En Canadá, los jóvenes ingenieros se inician en la profesión a través de la tradición centenaria del “Ritual de la vocación de un ingeniero”. Creado con el propósito de inculcar el sentido de responsabilidad a los ingenieros, la primera ceremonia tuvo lugar en el año 1925.
La idea fue concebida en 1922, cuando los siete ex presidentes de la Sociedad Nacional de Ingeniería pidieron al autor inglés Rudyard Kipling que diseñara el ritual y escribiera el juramento recitado en la iniciación.
La unión de los jóvenes iniciados a una promesa de trabajo sólido y ético tiene la forma de un anillo de hierro, que se lleva en el dedo meñique de la mano que trabaja. Se rumoreaba que los primeros anillos provenían de los restos del puente de Quebec, el cual se derrumbó dos veces. El primer colapso sucedió en 1907 y murieron en la ocasión 75 trabajadores. El desastre se produjo por la falta de control de los cálculos originales.
El diseño y la ubicación de los Anillos de Hierro, los cuales raspan los planos, pretenden servir como un recordatorio constante para evitar la “mala mano de obra”.
“Intenta imaginarte en 1926, cuando esto se hizo por primera vez. En aquel entonces había tal vez 10 graduados de ingeniería en un año, conformando un grupo de personas muy pequeño e íntimo. Ese es el tipo de espíritu que tratamos de preservar”, dijo el profesor de ingeniería de la Universidad de Concordia, Robert Paknys.
En 2019, había 18.154 graduados en ingeniería en Canadá, implicando la circulación de muchos más anillos, ahora hechos de acero inoxidable. Cuando los ingenieros se jubilan, es común que devuelvan los anillos para pasarlos a la siguiente generación.
La tradición del Anillo de Hierro sirvió de inspiración para el establecimiento de la «Orden del Ingeniero», formada en la década de 1970 en los Estados Unidos, entidad la cual respaldó a los ingenieros estadounidenses en muchos de sus principios éticos.