El Estudio del Arquitecto Richard Rogers, Harbour & Partners, conjuntamente con el Estudio Alonso-Balaguer, y contando con la ingeniería estructural de los especialistas de la firma Boma, realizaron en Barcelona la refuncionalización estructural de esta histórica plaza de toros.
Corría el año 1899 cuando el arquitecto August Font i Carreras recibe el encargo de crear el proyecto para la construcción de la plaza de toros “Las Arenas”, cuyo desarrollo estuvo a cargo del constructor Juli Marial.
La plaza estilo neomudéjar fue inaugurada en 1900 y tenía capacidad para 14.893 espectadores. La iniciativa correspondió a Josep Marsans, miembro de una reconocida y acaudalada familia de Barcelona y propietario del solar de 30.000 metros cuadrados donde se ubicó la plaza.
La citada plaza de toros funcionó como tal hasta 1977. Posteriormente el recinto fue utilizado para diferentes eventos deportivos, culturales y políticos, siendo en 1990 definitivamente clausurado debido a su nula rentabilidad. Así permaneció en el abandono hasta que en junio del 2000 se comenzó con el proyecto para su recuperación como espacio público y de ocio, planteo efectuado por Richard Rogers, Stirk, Harbour & Partners, conjuntamente con Alonso-Balaguer y Arquitectos Asociados.
Las obras para la recuperación de “Las Arenas” comenzaron en 2005 y fueron de gran complejidad tecnológica, planteando numerosos retos durante su ejecución. Los más destacables fueron, sin dudas, la conservación de la fachada y la construcción de la cúpula.
Para conservar la fachada neomudéjar y practicar la cimentación, todo el cilindro rojo que la compone con 300 metros de superficie y 4.000 toneladas, fue levantado mediante 400 gatos hidráulicos a 4 metros sobre la altura original de la calle, pudiendo de este modo derribar todo el interior del inmueble, rebajar el terreno para colocar cuatro niveles de parking subterráneo, dejar la planta baja al mismo nivel respecto de la Plaza España -a efectos de aprovechar la superficie a ras de suelo para crear una zona comercial-, sin olvidar que a 5 metros de profundidad circulan dos líneas del subterráneo barcelonés.
De esta forma, la elevación de la construcción se ha previsto de forma permanente, manteniendo la fachada existente suspendida una planta por encima del nivel de la calle. Bajo la fachada original se creó un nivel de arcadas suplementario mediante la construcción de una corona periférica de hormigón pretensado sobre pilares de acero, los cuales a modo de zunchado, sostiene la mampostería original.
Previamente, se apuntalaron los pisos superiores con montantes de acero para construir la corona y a la vez excavar de manera progresiva. Al mismo tiempo que se iba apuntalando la estructura, se construía una nueva cimentación y se disponían los pilares con forma de “bumerang”.