La sostenibilidad de la industria de la construcción despierta interés en la comunidad científico-técnica, debido al gran volumen de materiales destinados a la construcción de estructuras para el bienestar de la población, y donde la producción de cemento representa del 5% al 7% del CO2 a nivel global.
Para reducir los efectos del cambio climático se requiere disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero en una trayectoria que limite el incremento de la temperatura media del planeta a no más de 1,5 °C respecto a la era preindustrial y en el enfoque Net Zero al 2050.
En sintonía con aquello y para cumplir con el Objetivo 12 (Producción y Consumo Responsables) de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Organización de las Naciones Unidas, es necesario lograr una mayor eficiencia en la producción, diseño y uso de los materiales de construcción y las construcciones, tanto para su etapa de ejecución, como de uso y deconstrucción.
Para la evaluación de la sostenibilidad existen diferentes metodologías, siendo la más difundida la del Análisis de Ciclo de Vida. La misma constituye un medio para computar los impactos ambientales y realizar una evaluación que permita tomar decisiones basadas en el diseño ecológico, la optimización de procesos y la gestión de la cadena de suministro.
Para cuantificar la cantidad de materiales involucrados en la producción de hormigón, la metodología de análisis de flujo de materiales resulta de utilidad. Ésta es una herramienta que permite medir la huella material del hormigón e identificar los puntos críticos del modelo.
Por otro lado, la Asociación Global de Cemento y Hormigón (GCCA, por sus siglas en inglés) ha expresado el compromiso de la Industria del Cemento y Concreto Mundial hacia la carbono-neutralidad neta en hormigón hacia el año 2050, junto con una hoja de ruta e informes anuales de avance en el cumplimiento de las metas previstas.
La estrategia asume 7 ejes de intervención, que comprenden desde la producción de clinker hasta el uso del producto y la eficiencia del diseño y proyecto de las estructuras de hormigón, incluyendo, entre otras medidas de acción la de un mayor despliegue del uso de adiciones minerales para la reducción del factor clinker, a descarbonización de la matriz energética y criterios de eficiencia en diferentes etapas de la cadena de valor.
La Federación Interamericana del Cemento (FICEM, por sus siglas en español) lidera el proyecto Net Zero Accelerator para América Latina y el Caribe, a través del cual se actualizan las hojas de ruta del país para la industria, en la visión de la carbono-neutralidad neta en hormigón hacia el año 2050.
De igual manera, las soluciones base-cemento están llamadas a mantener un rol esencial para el mejoramiento de la calidad de vida, completar las instancias pendientes de desarrollo de vivienda e infraestructura en la región, y proveer la resiliencia climática necesaria al entorno construido.
Cabe destacar que nuestro continente es considerado uno de los más vulnerables a los impactos del cambio climático a nivel mundial (IPCC), y que muchos de los atributos del hormigón como material de construcción son eminentemente sostenibles: asequibilidad económica, versatilidad, resistencia mecánica, alta durabilidad con bajo mantenimiento, resistencia al fuego, producción local abundante, bajas emisiones de CO2 por unidad de producto fabricado, masa térmica, reciclable, albedo, resiliencia; a la vez que su uso resulta fundamental e insustituible en múltiples áreas de aplicación, como el desarrollo de infraestructura sanitaria y las energías renovables, por citar algunos casos.
Fuente: Asociación Argentina de Tecnología del Hormigón (AATH).