Hilario Fernández Long fue un destacado ingeniero civil. Rector de la UBA durante un período crucial en la historia de nuestra Argentina, su declaración calificando el golpe de Estado de 1966 como «un día aciago» muestra su firme compromiso con la defensa de los poderes constitucionales.
La renuncia de Fernández Long como rector de la UBA después del golpe de Estado de 1966, indica su rechazo a la intervención del gobierno militar en la universidad y su compromiso con los principios académicos y democráticos. Al retirarse de la UBA en 1966, Fernández Long fue profesor titular de Elasticidad en la Universidad Católica Argentina (UCA), de la cual fue docente desde la fundación, director del Departamento de Mecánica Aplicada, miembro del consejo superior y profesor emérito.
Muchos años después volvió a la UBA, nombrado doctor honoris causa durante el gobierno del Dr. Raúl Alfonsín, quien lo invitó a formar parte de la Comisión Nacional de Desaparición de Personas (CONADEP). Más tarde, colaboró en el laboratorio de Ingeniería en la sede de la avenida Las Heras.
Su carrera académica como ingeniero civil y su contribución a la resolución de estructuras mediante una computadora analógica, muestran su dedicación a la enseñanza y la investigación en el campo de nuestra disciplina. Su colaboración con otros ingenieros y experiencia docente, tanto en la UBA como en la Universidad Nacional del Sur, evidencian su compromiso con la educación superior y la formación de futuras generaciones de ingenieros.
La participación de Fernández Long en proyectos importantes, como la sede del Banco de Londres, la Biblioteca Nacional, el edificio de IBM y los puentes Chaco-Corrientes y Zárate-Brazo Largo, destacan su habilidad y experiencia en el campo de la ingeniería estructural.
Hombre de acción y pensamiento, la altura académica y calidad humana de Fernández Long eran reconocidas más allá de líneas ideológicas, amistades o posiciones políticas.
En 1976 se incorporó a la Academia de Ciencias Exactas y en 1993 a la de Educación. Mantuvo una permanente reflexión sobre los avances de la tecnología y sus implicancias para la humanidad, siendo explícito su rechazo al uso de la energía nuclear para fines bélicos.
Los escritos de Fernández Long trascendieron el ámbito de la ciencia y de la técnica e incursionaron en lo religioso, como en «Jesús, el Nazareo», libro publicado en 1994. Casado con Nidia Elsa Rioja, brindó su amor y dedicación a su esposa y compañera de toda su vida, con la que tuvo cinco hijos y formó una familia con muchos nietos y bisnietos.
Falleció a los 84 años en Necochea donde transitó, retirado, sus diez últimos años de vida. En su sepelio, efectuado en la ciudad de Bahía Blanca, el académico ingeniero Horacio Reggini, ex alumno y socio, señaló: “Pudo parecer adusto y severo, pero por fuera de una corteza áspera palpitaba un corazón tierno, de sensibilidad cristalina. Despreocupado de la seguridad económica, siempre tuvo el mismo trato afable para amigos y adversarios”.
Otro magnífico ejemplo de la ingeniería estructural argentina.
Un maestro de la vida y de la ingeniería, un ejemplo de rectitud y humildad. Fue presidente de la AIE. Se merece un gran homenaje