Patologías estructurales

Durante una reciente inspección estructural, el ingeniero civil José Rueda, socio de nuestra Asociación de Ingenieros Estructurales (AIE), expuso la influencia de la corrosión en las estructuras de hormigón armado. Se trata de la aparición de fisuras en las columnas de una obra del año 1950. En el marco de una inspección estructural, el ingeniero civil José Rueda presentó un caso que ilustra de manera contundente los efectos de la corrosión en las estructuras de hormigón armado. Se trata de las fisuras verticales detectadas en las columnas de un edificio del año 1950, provocadas por la pérdida de una cañería de provisión de agua fría de hibrobonz de 1/2”. La filtración generó un notable proceso de oxidación acelerada en las armaduras, con el consecuente desprendimiento del recubrimiento de hormigón y el debilitamiento estructural del elemento afectado. La corrosión en estructuras de hormigón es un fenómeno traicionero, muchas veces invisible hasta que los síntomas evidencian un deterioro avanzado. Como un enemigo silencioso, se desarrolla desde el interior, expandiendo las armaduras y provocando la fisuración y destrucción del material protector. La presencia de cañerías defectuosas, combinada con una falta de inspección periódica, puede transformar una columna robusta en un punto crítico de vulnerabilidad estructural. Más allá de las acciones correctivas tradicionales —reparación de redes sanitarias y cañerías, aplicación de inhibidores de corrosión, restitución del recubrimiento con morteros especiales— este caso plantea la necesidad de una nueva mentalidad en la conservación edilicia. Sensores embebidos en el hormigón podrían monitorear variaciones en la humedad, pH y corrosión en tiempo real, alertando antes de que los síntomas sean visibles. La tecnología de materiales avanzados ofrece innovadoras soluciones capaces de revolucionar el mantenimiento de aquellos edificios históricos. Desde la Asociación de Ingenieros Estructurales (AIE) invitamos a la reflexión: el caso presentado por el ingeniero civil José Rueda no constituye un hecho aislado, sino una oportunidad para repensar la forma en la cual cuidamos y preservamos en condiciones adecuadas nuestro parque edilicio. Más allá de reparar, podemos anticiparnos. Más allá de intervenir, podemos innovar. ¿Resulta factible diseñar estructuras que no solo resistan el paso del tiempo, sino que también nos informen sobre su estado evitando un daño irreversible? La ingeniería civil nos desafía a diseñar y materializar estructuras más inteligentes y resilientes.

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