Hormigón inusual

En el microcentro porteño, un edificio del año 1918 revela una particularidad constructiva inusual para su época. Estudios recientes confirmaron que las losas de hormigón no contienen cemento, sino una mezcla de cal aérea, arena silícea, fragmentos de ladrillo, betún y escoria de hierro. El ingeniero civil Pablo Diéguez, vicepresidente del Consejo Profesional de Ingeniería Civil (CPIC), profesor universitario y ex presidente de nuestra Asociación de Ingenieros Estructurales (AIE), nos aporta detalles acerca de una particular construcción, ubicada en el microcentro porteño. Se trata de un edificio proyectado en el año 1918 para la Northern Assurance Company, obra de los arquitectos ingleses Conder, Follet y Palmer. Este equipo de profesionales dejó su huella en Buenos Aires con numerosas obras de relevancia, entre ellas la icónica tienda Gath & Chaves y la majestuosa Estación Terminal del Ferrocarril Mitre en Retiro. El edificio estudiado cuenta con una estructura principal compuesta por columnas y vigas de perfiles laminados de acero, responsables de sostener losas de hormigón armado de 12 cm de espesor. Sin embargo, lo que distingue a esta construcción de otras de su misma época es la singular composición del hormigón aplicado en sus losas. A partir de ensayos microscópicos, microquímicos y gravimétricos, se pudo determinar que, en lugar de cemento Portland, el aglomerante empleado fue cal aérea. Además, el agregado no solo contiene arena silícea, sino también fragmentos de ladrillo cerámico, betún y, en menor medida, escoria de hierro, lo que sugiere una mezcla poco convencional en comparación con la tipología constructiva predominante en aquellos años. A pesar de esta heterogénea combinación de materiales, los estudios de resistencia realizados a partir de testigos de 68 mm de diámetro demostraron que el hormigón de las losas posee una capacidad estructural equivalente a un H-17. Para complementar el análisis y evaluar el estado general de la estructura, se llevaron a cabo escaneos con georadar, los cuales permitieron corroborar la disposición de la armadura en las losas y verificar su capacidad portante. Asimismo, mediante ensayos de termografía se identificaron sectores con signos de corrosión en las armaduras, lo que motivó un análisis detallado de las patologías presentes en el material. Tras la evaluación, se determinó la necesidad de reforzar varias losas que habían sufrido un alto grado de deterioro debido a la corrosión de la armadura, provocada principalmente por filtraciones provenientes de las terrazas. Este hallazgo llevó a la implementación de un plan de intervención específico, garantizando así la conservación y seguridad estructural del edificio, que continúa conformando un testimonio del ingenio constructivo de principios del siglo XX.

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