Nuevo Centro RAD

En un trabajo firmado por Sarah Evans, PE, y Thomas Kostelak, PE, el Centro RAD de la Universidad de Houston se presenta como un caso paradigmático de innovación estructural, economía constructiva y sostenibilidad, combinando el uso de madera maciza expuesta y la reutilización de cimentaciones.

El nuevo Centro RAD (Retail, Auxiliary, and Dining) de la Universidad de Houston es un ejemplo notable de cómo la ingeniería estructural puede contribuir de manera decisiva a una arquitectura sustentable, eficiente y visualmente poderosa.

Ubicado en el campus principal de la universidad, el edificio de 3.800 metros cuadrados se levanta sobre las columnas y fundaciones de un antiguo comedor subterráneo propenso a inundaciones, transformando ese espacio en desuso en un centro activo de vida universitaria.

El proyecto, con diseño arquitectónico de Perkins & Will y la ingeniería estructural a cargo de Walter P. Moore —en colaboración con Martínez Moore Engineers—, destaca por su audaz combinación de reutilización estructural y empleo de madera maciza como sistema constructivo.

El desafío central fue aprovechar la capacidad portante excedente de una estructura construida en la década de 1970, diseñada para soportar cargas superiores a 1.200 kg/m². La decisión de remover la pesada losa de hormigón superior y construir un nuevo edificio de dos niveles con estructura de madera permitió conservar 66 de las cimentaciones originales, añadiendo solo 11 nuevas en las áreas que excedían la huella previa. Esta estrategia no solo implicó un ahorro de aproximadamente un millón de dólares, sino que redujo más de 650 toneladas de emisiones de carbono.

El sistema estructural principal está compuesto por columnas y vigas de madera laminada encolada (glulam), paneles de piso de madera contralaminada (CLT) de tres capas, y arriostramientos metálicos. La disposición de las columnas en una trama de 7,50 metros se ajustó cuidadosamente a la malla existente, y el diseño del entrepiso se adaptó para permitir el paso de instalaciones vistas sin comprometer la estética ni la eficiencia estructural. Gracias a la clasificación tipo IIIB de la construcción, no fue necesario incorporar capas adicionales de protección contra el fuego, lo cual optimizó aún más el uso de materiales.

Un sector del edificio, fuera del área original, fue construido en acero estructural por razones funcionales vinculadas a la cocina y el mantenimiento. Este cambio fue resuelto sin juntas de dilatación visibles, garantizando una transición armónica con el resto de la estructura de madera. En toda la obra, los detalles visibles fueron cuidadosamente estudiados: la mayoría de las conexiones fueron ocultas, se mantuvieron proporciones coherentes en vigas y columnas, y se trabajó con precisión desde el taller para evitar cortes en obra que alteraran la limpieza visual.

Un elemento destacado es el gran voladizo del pórtico de ingreso, resuelto mediante paneles especiales de CLT de casi 30 cm de espesor y vigas de acero ocultas. Las conexiones fueron disimuladas mediante piezas de madera de igual especie respecto a la de los paneles.

Otra solución innovadora se aplicó en las zonas del diafragma de piso donde los paneles de CLT no bastaban: se eliminaron capas fonoabsorbentes innecesarias y se espesó la losa de compresión, reforzándola con ángulos de acero embebidos, sin afectar la altura interior ni el lenguaje arquitectónico.

Fuente: https://www.structuremag.org/article/trial-by-fire-structural-engineering-challenges-in-a-historic-hotel-conversion/