Torre Norton Rose Fulbright
La Revista Structure de septiembre de 2025 presenta la nota “Todos los edificios: innovación ingenieril y liderazgo ambiental en el centro de Houston” escrita por Connor Brady, Jason Bray y Fernando Torrealva. Una torre que demuestra versatilidad y vanguardia.
En pleno corazón del distrito financiero de Houston en los Estados Unidos, una nueva y audaz incorporación al perfil urbano combina ingenio estructural y un fuerte compromiso con la sostenibilidad. La Torre Norton Rose Fulbright —anteriormente conocida como 1550 on the Green— es un edificio de oficinas de 28 pisos y 35.000 m² de categoría Class A, desarrollado por Skanska, con Bjarke Ingels Group (BIG) como arquitecto de diseño, Kendall/Heaton Associates (KHA) como arquitecto de registro y Walter P Moore (WPM) como ingeniero estructural responsable.
Ubicada junto al parque Discovery Green, la torre ofrece más que oficinas de primer nivel: constituye un caso de estudio sobre cómo afrontar los desafíos del desarrollo urbano complejo mediante soluciones estructurales innovadoras, diseño sostenible y selección de materiales de vanguardia.
El proyecto se desarrolla en una parcela de geometría singular, en forma de cuarto de círculo frente a Lamar Street, lindera con un hotel de 20 pisos y varios niveles de subsuelo, lo que generó una interfaz estructural compleja en su borde occidental.
El reducido terreno exigió una respuesta arquitectónica y estructural sumamente coordinada, y lejos de considerarse un obstáculo, la irregularidad del predio se aprovechó para generar una distribución eficiente que incluyó un núcleo de hormigón desplazado, plantas de 18 metros de ancho con gran flexibilidad, una fachada modular segmentada con muescas verticales adaptadas a la curvatura del terreno, una rampa helicoidal lateral que optimiza accesos y superficie, volumetrías escalonadas con terrazas integradas y un diseño de fundaciones compatible con las del hotel.
En la etapa de diseño de subsuelo y cimentaciones se analizaron tres alternativas: una solución sin sótanos con fundaciones profundas, una de un nivel con platea escalonada y otra de dos niveles con platea continua. Aunque la primera ofrecía ventajas en cuanto a los riesgos constructivos, era costosa y limitaba la capacidad de estacionamiento; la segunda reducía presiones sobre el terreno, pero presentaba interfaces muy complejas con el hotel. Finalmente, se optó por la tercera opción: dos niveles de subsuelo con una platea a 10,50 metros de profundidad coincidente con la del hotel, construida en tres segmentos escalonados para controlar presiones laterales y evitar socavamiento. En total, se emplearon 6.300 m³ de hormigón de 41 MPa, con 55 % de reemplazo de cemento por cenizas volantes clase C, lo que permitió reducir el calor de hidratación y la huella de carbono.
Para la contención y excavación se utilizó un sistema de pilotes colados en lodo de 0,75 m de diámetro separados 1,15 m y anclados con una fila de tirantes, y allí donde no era posible el uso de anclajes —junto al hotel— se emplearon pilotes de mayor diámetro arriostrados internamente. La platea, con espesores entre 1,50 y 2,40 m fue modelada con CSI SAFE y mostró asentamientos previstos de entre 1,2 y 10 cm, dentro de parámetros aceptables.
El rasgo más distintivo del proyecto es su núcleo de hormigón descentrado, que rompe con la simetría habitual, y un volumen compuesto por seis segmentos girados 9° cada uno, generando un perfil dinámico con terrazas escalonadas.
La estructura se resolvió con losas de 12 cm de espesor apoyadas en vigas de 53 cm de canto, y los voladizos se materializaron mediante vigas postensadas en “horquilla”, cuidadosamente detalladas para garantizar la factibilidad constructiva.
El núcleo desplazado introdujo excentricidad que se equilibró con pórticos resistentes al momento dispuestos en el perímetro, capaces de derivar cargas de viento al núcleo. Un estudio en túnel de viento permitió refinar las presiones, considerando velocidades de hasta 224 km/h.
La fachada de muro cortina exigió un estricto control de derivas interpisos. Para ello se aplicó un modelo de distorsión basado en índices DMI (Drift Measurement Index) y DDI (Drift Damage Index), lo que permitió mantener los desplazamientos dentro de límites seguros y evitar daños en vidrios y tabiques.
La sostenibilidad fue un eje clave del proyecto. Skanska y Walter P Moore recurrieron a la herramienta EC3 y a un análisis de ciclo de vida completo con el objetivo de reducir en un 45 % las emisiones de carbono incorporado respecto de un edificio de referencia. Se establecieron mezclas con bajo contenido de cemento y resistencias especificadas a 90 días, se exigieron declaraciones ambientales de producto específicas por proveedor y se controló el potencial de calentamiento global. Estas medidas permitieron a la torre obtener la certificación LEED Platinum v4, convirtiéndose en referente en el mercado de Houston.
La Torre Norton Rose Fulbright se erige como un hito que demuestra cómo la integración de innovación estructural, transparencia en materiales y compromiso ambiental puede transformar un rascacielos en un modelo de sostenibilidad y resiliencia urbana. Desde su núcleo desplazado y sus volúmenes rotados hasta el uso de hormigones de bajo carbono, cada decisión de diseño estuvo guiada por la performance y la visión a futuro, marcando un nuevo estándar para la construcción de oficinas en altura.


















