En un artículo de Revista IE Nº 79, los ingenieros Gustavo Balbastro, Bruno Natalini y Claudia A. Morel abordan la problemática de las tormentas intensas y su impacto en las construcciones, llamando a una mayor responsabilidad profesional, institucional y social para prevenir colapsos evitables.
El artículo “Tormentas intensas y seguridad en las construcciones: reflexiones y enseñanzas”, firmado por el Dr. Ing. Civil Gustavo Balbastro, el Ing. Mec. Ph.D. Bruno Natalini y la Msc. Ing. Claudia A. Morel, pone sobre la mesa una preocupación creciente: la reiteración de eventos climáticos extremos que provocan daños graves en edificaciones de todo tipo en distintas regiones del país.
A partir del análisis de casos reales y desde una perspectiva técnica rigurosa, los autores señalan que la pregunta sobre por qué fallan las construcciones en estos contextos —y cómo evitar que lo hagan— aún no ocupa el lugar que merece en la conversación pública.


El texto propone una mirada estructural sobre una problemática que suele ser tratada desde la emergencia y la asistencia solidaria, sin ir al fondo técnico del asunto. Las construcciones no son solo contenedores físicos; son ámbitos esenciales de la vida social, donde las personas trabajan, estudian, descansan, se curan o se refugian. Por eso, el colapso de una estructura no es solo un daño material: es una experiencia profundamente traumática, cuya ocurrencia debería considerarse evitable cuando interviene el conocimiento profesional.
El eje del trabajo reside en advertir sobre fallas que no se deben a lo imprevisible del clima, sino a la falta de aplicación de normativas adecuadas o a la exclusión del ingeniero estructural en el diseño y control de obras. En este sentido, los autores recuerdan la evolución del cuerpo normativo argentino (los reglamentos CIRSOC), desde sus inicios en los años ’70 hasta la actual tercera generación, y destacan el rol clave del reglamento CIRSOC 102 para la evaluación de cargas de viento en el diseño de construcciones.


Frente a un escenario donde se intensifican los eventos climáticos extremos, el artículo insiste en la necesidad de fortalecer la participación de profesionales capacitados, divulgar buenas prácticas constructivas incluso para casos de autoconstrucción, y desarrollar materiales de fácil acceso que promuevan soluciones seguras en obras informales. También se destaca la obligación del Estado de ejercer controles efectivos y de las universidades y asociaciones técnicas de promover una cultura de prevención.
Este texto constituye una advertencia y, al mismo tiempo, una hoja de ruta: frente a tormentas que ya no pueden considerarse excepcionales, la ingeniería estructural suma herramientas para reducir drásticamente la probabilidad de colapso y sus consecuencias. Pero para que esas herramientas se apliquen, es necesario que sociedad, profesionales y organismos públicos asuman un compromiso activo con la seguridad edilicia.
La prevención no es un acto heroico ni voluntarista: es una responsabilidad técnica, ética y social.
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